Talleres se nutrió de varias fuentes para rescatar un triunfo clave en Lomas de Zamora. El oficio colectivo para manejar los ritmos del juego, la habilidad de Lucas Wilchez y un puñado de atajadas clave de su arquero Valentín Brasca, le sirvieron para llevarse un 2 a 1 a manos de Los Andes. En otro momento, con el equipo más desarmado, o con las ideas no tan firmes, este partido bien pudo haber terminado en un empate o en una derrota.

Ni aun cuando Los Andes sacó diferencias en la primera media hora del partido, el equipo dirigido por Humberto Grondona extravió su orden o recurrió a aventuras individuales para arreglar el desarreglo. En ese arranque, nada les salió bien a los albiazules.

El local ganaba 1 a 0 con el gol de Maximiliano Acosta a los 14 minutos y, a cada paso, justificaba la ventaja con argumentos simples: el toque de Marcos Brítez Ojeda, el manejo de Gonzalo Bustamante, el despliegue por izquierda de Elvio Fredrich y por derecha de Cristian Vega y una mayor movilidad de los hombres y de la pelota.

Esperó su momento. Sin embargo, Talleres no se desarmó. Espero que se calmasen los vientos en contra sin desesperarse. Y sin hacer mucho, a los 34 minutos, alcanzó el empate. En un contraataque por tres calles, combinaron Cobelli, Salmerón y Quiroga, y el propio Cobelli anotó el 1-1.

El segundo tiempo fue más calmo. Los Andes se quedó sin piernas para correr y apretar. Aparecieron los espacios. Y la gambeta de Wilchez fue determinante. Cada vez que encaró, pasó. Y una de esas veces, recibió de Salmerón, eludió a Julio Caldiero, cacheteó de zurda ante la salida de Walter Cáceres y puso a Talleres en línea rumbo a una victoria a la que, a partir de allí, se aferró con el corazón hirviendo y la mente helada.

La embestida final del Milrayitas, hecha con más fibra que con buen fútbol, pudo haberlo arrimado a un empate que tal vez no hubiera estado mal. Pero lo suyo no pasó del impulso. Si Talleres sufrió hasta lo último fue porque le dio valor al triunfo. A esta altura del campeonato, cada punto que se gana sirve para crecer en las dos tablas en las que se juega. Por eso, los tres que sumó ayer en Lomas le dibujaron una sonrisa en el alma hasta el próximo fin de semana.

En pocas palabras

El orden ante todo. Talleres no perdió la línea ni aun en los momentos de mayor dominio de Los Andes. Esperó que llegase su momento y lo aprovechó a fondo.

Sufrimiento. Sobre el final, los albiazules se replegaron para cuidar el triunfo, pero Los Andes no pudo llegarles a fondo.

La figura

Valentín Brasca (7). El arquero tuvo cinco intervenciones vitales. En el primer tiempo, le sacó un cabezazo a Martín, un tiro libre a Fredrich y un remate a Acosta. En el segundo, otro tiro libre a Fredrich y un disparo a Molfeso. Con sus atajadas, sostuvo la victoria de Talleres en Lomas de Zamora.

El árbitro

Néstor Pitana (bien). El público de Los Andes le protestó casi todos sus fallos y lo despidió con insultos previsibles. Pero más allá de algunas equivocaciones, no tuvo mayor incidencia en el resultado. Tal vez dirigió un poco de lejos, lo que pudo haberle quitado cierta confiabilidad a sus decisiones.

Cuestión técnica

Enrique Hrabina. Su equipo, con un 4-4-1-1, jugó un buen primer tiempo. No pudo repetir después y los cambios no le dieron claridad.

Humberto Grondona . Sus jugadores respetaron su dibujo táctico (3-4-1-2), aun en los peores momentos. Hizo cambios para aguantar el triunfo y le salieron bien.