Cuando el resultado es más valioso que el juego del equipo de un equipo, las lecturas más trascendentes y sesudas conclusiones terminan en el famoso "Se logró el objetivo". Como si la táctica de un equipo, la estrategia, el entendimiento y la generación del juego por parte de los jugadores, la inteligencia del DT para torcer el rumbo no tuvieran ninguna incidencia sobre el resultado. Es que en el empate de Talleres ante San Martín de San Juan se encuentran algunas culpas propias que le atentaron contra la chance de que pasara una tarde mucho más feliz. Para que se volviera a Córdoba con argumentos más valiosos como el hecho de que empató haciendo menos que su rival y una cancha en la que nunca le pudo ganar.

Las culpas propias. Humberto Grondona, DT de Talleres, había dicho en la semana: "A lo mejor no hay que arriesgar tanto". Y su equipo, al que armó con futbolistas que tienen aptitud natural para el juego, salió demasiado preocupado por el juego... Pero de su rival. Volvió a un sistema con marcas personales, tal como había ocurrido ante Unión de Santa Fe. ¿Cómo le fue? Regular. Guillermo Báez y Edgardo Galíndez anularon a Diego Ceballos y Cristian Zárate, respectivamente. En el caso del tucumano, recuperó una pelota que, luego, Matías Quiroga transformó en el 1-1 final. Pero esos movimientos generaron espacios y luchas desiguales que San Martín captó rápidamente. A los 4 minutos de juego, ya ganaba 1-0 porque Leonardo Sánchez, un central, avanzó 15 metros por la zona central albiazul y metió una asistencia para Cristian Tavio, quien no tuvo problemas para definir ante Valentín Brasca. ¿Y los duelos? Husaín, ligerito e inteligente como hace mucho no se lo veía, le ganó a Gastón Stang al punto de que casi lo hace expulsar de la cancha. Algo que evitó Grondona al ubicarlo, luego, en la zona de volantes. ¿Más? Pablo Marini, DT de San Martín, dispuso, luego, el ingreso de Marcos Quiroga, otro ligerito para el que el DT de Talleres, recién pudo controlar cuando Lucas Wilchez empardó su velocidad.

Las concesiones locales. Ese movimiento fue indicativo de que talleres jugó poco y nada. Por eso la dupla Luis Salmerón-Sebastián Cobelli se perdió en la soledad. Sin embargo, San Martín mostró su endeblez defensiva cada vez que uno le bajó la pelota al otro. Talleres planteó una cancha redonda (más aún sin Buffarini y Quiroga) y salió bien parado por la falta de puntería del rival y algunos esfuerzos de Brasca. Pero como salió 1-1, su desempeño viajará rápidamente al arcón del olvido.