Grondona confundió a Talleres y se acabó el "veranito". Sufrido 2-2.

No hizo falta espiar los videos ni acudir al archivo fotográfico. Estaba claro que los gestos ampulosos de Humberto Grondona, quien le reclamaba al árbitro dos goles "fantasmas", apuntaban a desviar la atención de la gente, siempre ávida de buscar culpables cuando sobreviene un mal resultado. Y el 2 a 2 con Platense lo fue.

El angustioso gol de Matías Quiroga, a los 44 minutos del segundo tiempo, sirvió para frenar la bronca, y también para ponerle un toque de justicia al marcador. No alcanzó para disimular el flojo desempeño de la "T", que tenía una chance inmejorable para ratificar su levantada futbolística y volver a cantar victoria, y la desaprovechó ante una formación juvenil y entusiasta que lo incomodó más de lo esperado.

Podría decirse que Talleres se complicó solo. O, lo que es peor, que lo complicó su entrenador. "Humbertito" armó una propuesta lógica, repitiendo el dibujo y los intérpretes del 2-0 ante Olimpo, pero el equipo no tuvo pausa ni desequilibrio en el medio campo y quedó partido en dos.

La turbulencia de Buffarini y la imprecisión de Zermattén favorecieron el lucimiento de los volantes calamares –bien Villalva; muy bien Torres y Scatolaro (de Chajarí, como el ex delantero de Belgrano, pero sin parentesco)– y entonces la "T" apeló a pelotazos.

Allá fueron Cobelli y Salmerón, a pelearlas a todas. Algunas veces Quiroga trataba de inventar algo como para llegar arriba con juego asociado y no depender tanto de los "cascotazos" que desde el fondo tiraban Báez, Lussenhoff y Stang. La fórmula no daba resultado y, para colmo, Platense encontraba el gol cuando faltaban segundos para el descanso. Había que barajar y dar de nuevo.

Cambia... poco cambia. En el segundo tiempo, Grondona metió a Wilches para tener más juego, y Talleres madrugó al Calamar con un gol de Cobelli. La sensación generalizada de que el 1-1 cambiaría la historia fue lo que el viento se llevó cuando un tiro libre de Badel, alguna ráfaga inoportuna y un fallido rechazo de Báez, a los 11, puso las cosas 1-2.

Los retoques posteriores del DT albiazul sumaron confusión: Serrizuela por Basualdo, después Moreira por Galíndez y al final una montonera sin ideas en procura del empate. Quiroga salvó las papas, pero una vez más quedó en claro que el problema de la "T" no pasa por la falta de recursos, sino por su buena administración.