Talleres lo ganó en dos minutos, aprovechando el fastidio de Unión con el referí.

Talleres lo dio vuelta en dos minutos con una combinación que resultó explosiva para Unión: los polémicos pitazos de Guillermo Rietti y el instinto goleador del “Pupi” Salmerón.

No se trata de cargar las tintas contra el árbitro, y mucho menos de alentar sospechas sobre su actuación. Pero sí hay que dejar claro que uno de sus fallos más cuestionados de la tarde –el penal que le cobró a la “T” por un supuesto “cortito” de Vera a Moreira Aldana– le terminó abriendo las puertas del triunfo al local.

Esa decisión, y la inmediata expulsión del jugador infractor (“por insulto grosero”, según Rietti) “tildaron” a Unión y lo sacaron de un partido que estaba ganando, y con justicia, por un penal de Paulo Rosales desde los 20 minutos del complemento. Iban 25, y ahí fue Salmerón a cobrar la falta con un potente derechazo, para gritar por primera vez un gol albiazul desde el campo de juego.

El Tatengue se quedó en las quejas y en los lamentos, y Talleres no se lo perdonó. A los 27 minutos, en la enésima pelota parada de un partido lleno de foules, Zermattén metió un centro preciso que Salmerón se encargó de convertir en gol con un certero cabezazo que superó a Ojeda, el debutante arquerito de los santafesinos.

Al menos ganó. Antes y después de esa ráfaga que definió el pleito, Talleres sufrió mucho más de lo aconsejable ante un rival tan impreciso y necesitado como él.

Se cargó de infracciones que le dieron a Rosales la chance de hacer con las pelotas quietas la diferencia que no lograba con su gambeta. Galíndez arrancó de lateral y enseguida se sumó al medio para ocupar el hueco que le dejaba a Zapata la persecución de Basualdo al “10” rival. Así la “T” equilibró los tantos en un sector donde sigue careciendo de juego, más allá de la voluntad de Quiroga y de Zermattén.

A su favor, esta vez tuvo un delantero con peso específico y piezas acomodadas con más lógica en el tablero. También, la falta de puntería de Unión y algunas pifias del referí. Con ese “combo” cumplió la premisa de hacer “pata ancha” en la Boutique.